El baño de vapor surgió cientos de siglos atrás y hasta nuestros días continúa utilizándose, de hecho, cada vez son más las personas que deciden aprovechar todos los beneficios que ofrece. Resulta curioso que la práctica de tomar baños en habitaciones diseñadas especialmente para generar vapor y mantener una temperatura alta se haya desarrollado, con sus particulares variantes, en diferentes partes del mundo en distintos periodos históricos. Los conocidos baños turcos, los saunas finlandeses y los tradicionales temazcales de las culturas indígenas mesoamericanas, en apariencia tan distintos guardan algo en común, y es que aprovechan las propiedades del vapor de agua para limpiar el cuerpo, tratar cierto padecimientos médicos e incluso purificar lo que algunos llaman alma.
Como podemos comprobar en la existencia de este tipo de baños y en los registros de medicina tradicional, ya desde épocas antiguas, los seres humanos pudieron identificar los diferentes efectos benéficos que el agua tiene para la salud del cuerpo y la mente y con el paso del tiempo desarrollaron diferentes técnicas de carácter terapéutico basadas en el uso de este elemento natural. Hoy en día estas técnicas continúan aplicándose, ya con elementos más sofisticados, en fisioterapia y en técnicas de medicina alternativa que hacen uso del agua y los diferentes estados que puede adoptar, ya sea el líquido, el sólido en forma de hielo o el gaseoso. En los baños de vapor las propiedades del agua se emplean para el tratamiento de padecimientos de diferente índole, principalmente los que afectan el estado de músculos y huesos, con fines relajantes, estéticos e incluso simplemente con fines sociales o bien, rituales, en el caso específico de lo que ocurre en los temazcales.
¿Pero por qué una práctica tan antigua persiste en la actualidad? La respuesta puede ser en apariencia tan simple como decir que sólo se trata de una tradición que ha pasado de generación en generación y se quiere conservar. Pero esa no es la única razón, ya que seguramente has notado que en nuestros días continúan fabricándose e instalándose baños de vapor que no se parecen en nada a los tradicionales baños turcos, las saunas finlandesas ni a los temazcales, que hacen uso de electricidad para generar el vapor y tienen diseños ultramodernos. La respuesta entonces tendría que ver más con el hecho de que se ha comprobado que esos efectos benéficos para la salud que se identificaron siglos atrás, son reales y que pueden favorecer en muchos sentidos a quienes toman un baño de este tipo.
Las propiedades más importantes que se atribuyen al vapor son las de desintoxicación y purificación del cuerpo, ya que el calor estimula a distintos niveles el organismo promoviendo su mejor funcionamiento y expulsión de toxinas a través del sudor. Esto quiere decir que el vapor de agua no únicamente es útil para aportar una higiene superficial al cuerpo, sino también una limpieza más profunda que causa una sensación general de bienestar. Además, como ya mencionamos, si el vapor se utiliza de manera específica según pautas terapéuticas el efecto que tiene no se queda en nivel de sensación y puede comprobarse en una mejora tangible del estado de salud general.
Los usos de las salas de vapor son de lo más diversas, pues las altas temperaturas y niveles de humedad que se mantienen al interior de ellas favorece diferentes procesos corporales. Por el lado estético, dentro de estas salas los poros de la piel se dilatan, lo que favorece la liberación de toxinas y provoca un efecto similar a una exfoliación, no únicamente en el rostro, sino en todo el cuerpo. La piel puede recuperar su grado de humedad ideal y por ello luce más humectada y joven, además si se utilizan ciertos aceites especiales se pueden obtener efectos tonificantes y desinfectantes. Para aprovechar esto se recomienda utilizar aceites naturales en el baño, los que tienen propiedades específicas no sólo para mejorar el estado de la piel y el cabello, sino también para mejorar el estado de algunos padecimientos, como la tos y los resfriados al despejar las vías respiratorias, o bien, para generar un efecto relajante útil para el tratamiento de trastornos psicológicos como la ansiedad y la depresión o bien, para potenciar los efectos del vapor en tratamientos de lesiones.
Hasta ahora podría parecer que el vapor es el remedio mágico para tratar desde el estrés hasta problemas circulatorios o en las articulaciones, sin embargo, es necesario tener ciertas precauciones para evitar que el remedio se convierta en el origen de muchos otros problemas. Sin importar el motivo por el cual queramos usar una sala de vapor es altamente recomendable que consultemos a un médico previamente, sí, incluso si sólo queremos disfrutar del vapor para relajarnos. Esto se debe precisamente a todos las reacciones que puede desencadenar el vapor de agua en el cuerpo. Por esta razón, y especialmente si tienes algún padecimiento como hipertensión, reumatismo o artritis o si recientemente te has sometido a un proceso quirúrgico, debes acudir con un médico para que te indique si puedes o no entrar a una sala de vapor y te dé instrucciones sobre el tipo de uso que le puedes dar.
Además de consultar previamente con un especialista si es seguro usar este tipo de espacios antes, durante y después de tomar baños de vapor tienes que tener algunas precauciones. En primer lugar no te recomendamos que consumas bebidas alcohólicas ni que hayas comido en grandes cantidades antes de entrar a la sala, pues esto podría generarte malestares. Por otra parte, mantente bien hidratado, ya que dentro de la sala perderás líquido a causa del sudor, así que toma suficiente agua antes de entrar a la sala y una vez que hayas salido de ella no te olvides de beber líquidos, de preferencia agua, o bien algún tipo de suero, y no jugos ni bebidas gaseosas.
Otras recomendaciones están más enfocadas al factor de higiene y te permitirán disfrutar de mejor manera los beneficios del vapor. Toma una ducha rápida para eliminar bacterias y utiliza sandalias y una toalla personal, esto para evitar propagar o contagiarte de infecciones, sobretodo cuando haces uso de una sala en un lugar como spa, centro deportivo o club, donde un gran número de personas hacen uso de las salas de vapor. Ahora bien, también es importante que una vez dentro de la sala tengas ciertas precauciones y que estés muy atento de cómo te sientes, principalmente las primeras veces que tomas un baño de este tipo.
Es completamente normal que tengas algunas sensaciones un poco incómodas, pues el interior del baño es caliente y pronto tu temperatura corporal se elevará y comenzarás a sudar, pero tras algunos minutos te empezarás a acostumbrar. Sin embargo, si te sientes mareado, no puedes soportar el calor o te sientes deshidratado tienes que salir de la sala para evitar ponerte en riesgo. No te preocupes, es completamente normal que las primeras veces sólo puedas permanecer un par de minutos al interior, pero poco a poco te irás acostumbrado y podrás tener una sesión más larga. En este punto es importante mencionar que no por pasar mucho tiempo en la sala los efectos benéficos en tu cuerpo serán más intensos o mejores, de hecho, podría ocasionarte problemas, por ello una sesión de 20 minutos es ideal y suficiente, salvo cuando se trata de sesiones terapéuticas en cuyo caso tu terapeuta te indicará cómo utilizar la sala. Al salir de la sala toma una ducha con agua fría para sellar los poros y sécate perfectamente con una toalla limpia, no con la que utilizaste al interior de la sala.
Aún es poco común que las personas tengan su propio baño de vapor en el hogar y por lo regular acuden a centros especiales donde ofrecen este tipo de servicio. Sin embargo, si tienes uno en casa además de las recomendaciones de uso, para garantizar que la sala funcione correctamente y reducir los riesgos de infecciones por presencia de hongos y bacterias, es necesario que le des mantenimiento de manera periódica al lugar.
Una limpieza regular puede ser suficiente y para ello lo único que tienes que hacer es utilizar los productos de limpieza formulados especialmente para limpiar superficies del material con que esté construida tu sala. Siempre sigue las instrucciones de uso del fabricante en cuanto a cantidad de producto a emplear, modo de aplicación, tiempo de exposición y limpieza posterior. Los baños de vapor por lo regular son de mosaico o de materiales similares que pueden desarrollar moho y mancharse si no se limpian correctamente, por eso te recomendamos que una vez que hayas terminado de usar la sala esperes a que la temperatura descienda y procedas con la limpieza, pues en ese momento puede ser más sencillo remover la suciedad sin siquiera la necesidad de emplear productos o herramientas especiales. En caso de que existan manchas incrustadas, de que las superficies hayan perdido brillo o que en las juntas exista moho, tendrás que usar productos más especializados, o bien, preparar tu propio limpiador a base de bicarbonato de sodio y vinagre blanco diluidos en agua y pasarlo por la superficie con una esponja suave, o bien, utilizando un cepillo de cerdas para llegar a los lugares más difíciles de alcanzar.
El equipo generador de vapor también tiene que recibir un mantenimiento de manera regular para que funcione correctamente. Para esto tendrás que contactar a un especialista que se encargue de revisarlo, pero puedes tener algunas precauciones para evitar que sufra daños por mal uso, como seguir las indicaciones de encendido y apagado y utilizar agua filtrada para reducir la cantidad de sales minerales y otras sustancias que, al incrustarse en el aparato, pudieran dañarlo.
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